jueves, 15 de diciembre de 2011

ENTREVISTA EN EL PORTAL Hableconmigo.ve coordinado por Sebastián de la Nuez.

Periodista y literata

La discusión entre literatura y periodismo es infinita. Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza son sólo algunos exponentes de la hibridación entre ambas disciplinas. María Elena Lavaud intenta seguirles los pasos: es periodista, pero desde niña quiere ser escritora. Con la publicación de su segundo libro y un tercero en puertas, busca alcanzar “un destino no seguro, pero probable” en el mundo de las letras

Verónica V. Rodríguez G.

“Nos vemos este viernes a las dos de la tarde en Onda”.

Así queda pactado el encuentro con una semana de antelación. La cita sería al culminar el espacio radial que la periodista María Elena Lavaud comparte de lunes a viernes con Elba Escobar entre las once de la mañana y las dos de la tarde. Como tantos otros días, una cadena de radio y televisión interrumpió la lectura de la Revista que Lavaud y Escobar editan en conjunto. Una vez concluida la alocución presidencial en la que se lanzaba la “Misión Niño Jesús”, continuó el programa, que esta vez se extendió hasta pasadas las tres.

La Lavaud –como ella misma se hace llamar– sale apresurada y de mal humor del estudio de grabación. “Este señor otra vez nos dañó el programa”, suelta a una recepción llena de invitados e intenta marcharse de la estación. Ya en la puerta, recuerda la cita y se devuelve. “Ahora tengo la mitad del tiempo que hubiese podido dedicarle a esto”, advierte con el ceño fruncido.

Sentada en el jardín de la quinta de La Castellana donde está la sede de Onda, María Elena Lavaud se va relajando cada vez más mientras avanza la conversación. “Disculpa lo de antes. Haz todas las preguntas que necesites”.

Literatura, destino probable

Cuando habla de sus libros –los ya publicados y los que apenas olfatea bajo su nariz periodística–, se anima aún más. Ríe, bromea y echa cuentos de las experiencias que le ha dado el periodismo y que son las mismas que aprovecha para escribir, ahora también desde la literatura. Considera que las dos disciplinas forman parte de “un binomio indivisible”. Al menos así ha sido en su vida. Desde pequeña, soñaba con ser escritora y por eso decidió estudiar periodismo. “Para mí la literatura siempre fue un destino no seguro, pero probable”.

Se califica a sí misma como “una periodista que intenta la literatura”. ¿Por qué la “intenta”? “Las herramientas que da el periodismo son una ventaja estructural a la hora de concebir una historia. Sin embargo, la creatividad, el desenfado, la libertad de escribir ficción para un periodista pueden resultar más difíciles porque uno tiene el compromiso del rigor, de la verdad. Se deben respetar unas fórmulas para que tu trabajo sea serio”.

Actualmente, Lavaud “intenta” romper esas fórmulas para ser realmente libre haciendo literatura. ¿Qué tanto lo ha logrado? Basta ojear sus dos primeros “intentos” literarios para notar que continúa estando muy ligada al periodismo, aunque trate de deslastrarse del oficio.

El primero de sus libros, Días de rojo, es una novela basada en hechos reales que ocurrieron en su vida durante los días del golpe de Estado de 1992. Aunque ficcionada, la realidad se percibe en sus páginas, como un guiño al lector que vivió aquellos hechos. Incluso los personajes existieron en realidad, aunque sus nombres fueron cambiados para que sólo se parecieran fonéticamente a los reales.

Su segunda publicación tiene menos de un mes en las librerías venezolanas y rescata un género olvidado en el país: el de las crónicas de viaje. Una visita turística a La Habana sirvió de pretexto para escribir una serie de historias que, reunidas en La Habana sin tacones, vinculan dos realidades en un momento que es trascendental para Venezuela, ante la proximidad de varios procesos electorales que podrían cambiar el rumbo político del país.

En La Habana sin tacones

Cuando le propusieron ir a conocer la realidad cubana para venir a contársela a sus coterráneos, pensó que era una locura. “En principio, dije: ‘No. A estas alturas de mi vida, ¿para qué arriesgarme?’. Después de haber pasados tantos sustos aquí: tanto gas lacrimógeno, tanto perdigón, tanta ballena, tanto asalto y tanto atraco… Al final el periodista siempre tiene la curiosidad. Por eso me monté en el avión y me fui, sin siquiera estar absolutamente convencida de que iba a escribir un libro”.

Después de superar ese miedo inicial, llegó a la isla “a la romana vieja: con una libretica y un bolígrafo, a hacer turismo. Fue todo tan rápido que hasta los tacones de bailar se me quedaron fuera de la maleta”.

Aunque asegura conocer casos de personas que son perseguidas por llegar a Cuba haciendo preguntas, explica que su situación era distinta. “Fui en un viaje de turismo y mi desempeño fue siempre turístico. Nunca hice nada malo. No tenían razón para perseguirme”. Confiesa que hubiese querido contactar a las Damas de Blanco y a Yoani Sánchez, “pero hacerlo hubiese comprometido la posibilidad de caminar tranquilamente por La Habana, haciéndoles preguntas a los cubanos en su cotidianeidad”.

Un periodista nunca se deslastra de su ojo periodístico y advierte cosas, aunque no las esté buscando. Precisamente eso le ocurrió a María Elena Lavaud estando en La Habana: hizo las preguntas que haría cualquier turista y las respuestas la tomaron por sorpresa. “Una de las grandes revelaciones de este viaje –dice– fue darme cuenta de la necesidad que tienen los cubanos de contar lo que pasa. Mis esfuerzos por saber fueron mínimos, no hubo necesidad de preguntar periodísticamente”.

La realidad cubana es hoy muy distinta a la de hace diez o quince años. Los encuentros que tuvo Lavaud en su viaje a la isla en agosto de 2010 lo demuestran. Llegó a Cuba el 14 de ese mes, día de su cumpleaños número 46, y agradece haber decidido emprender ese reto en el momento en que lo hizo. “Hace diez o quince años yo también era otra. El resultado no hubiese sido el mismo de hacer un libro como éste en aquel momento”.

De la literatura no vive nadie

Cuando finalmente está enrumbada en la búsqueda de su sueño de la infancia de ser escritora, María Elena Lavaud reflexiona sobre el oficio de escribir y se muestra pesimista. “De la literatura no vive nadie”, expresa con un dejo de recelo en la voz. Asegura que son pocos los escritores que pueden vivir de sus libros y que es algo que en Venezuela no ocurre.

Al ser abordada sobre si los periodistas pueden llegar verdaderamente a convertirse en exponentes de la lteratura, se pone a la defensiva. “Es injusto desmerecer las cualidades narrativas que pudiera tener cualquier profesional o cualquier otra persona. ¿Por qué se condena al periodista por querer escribir literatura? Es algo que también hacen profesionales de otras disciplinas. Cuando en este país se pueda sobrevivir solamente escribiendo libros, hablamos…”.
Sigue “intentándolo”

Aunque inició su carrera literaria de forma tardía, “por no creer que era realmente una escritora ni saber sobre qué escribir”, ahora María Elena Lavaud no puede detener el fervor de su pluma. Apenas a un mes de la publicación de su segundo libro, ya comenzó a escribir el tercero.

En principio, no suelta ni una sola pista de la que será su próxima entrega, pero después de un rato comienza a dar señas de lo que viene, sin necesidad de preguntarle de nuevo al respecto. “No sabía en qué me estaba metiendo cuando acepté hacer esto”. Para los primeros meses de 2012, Lavaud debe tener en imprenta una novela corta sobre un tema “muy duro”. El texto formará parte de una colección de diez autores en la que se incluirán novelas negras cuyo principal tema es la mujer y la contemporaneidad de la vida femenina.

Su novela contará “una historia muy fuerte, basada en hechos reales”. La periodista que “intenta” la literatura rescata aquella frase hecha según la cual a veces la realidad es más impactante y grotesca que la ficción. “Si escribiera esta historia tal como ocurrió, la audiencia creería que la inventé y que se me pasó la mano”.

Su reto en este momento es “procesar la intensidad de una historia muy cruda, para hacerla digerible para los lectores”. Con su tercera publicación literaria, la Lavaud todavía no consigue deslastrarse por completo del periodismo, pero sigue intentándolo.

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